Recuerdo la charla inaugural cuando entré a la carrera de publicidad hace algunos años (más de los que voy a admitir); la directora de carrera nos dijo: “ustedes en publicidad no manipulan, persuaden”. La primera de muchas mentiras (como que no había matemáticas jajajaja). Lo cierto es que en todo el proceso de marketing, así como un prestidigitador, manipulamos emociones, acciones, sentimientos. Y verás en este artículo, algunos ejemplos de neuromarketing en tu día a día diseñados para que ejecutes la acción que queremos en nuestra estrategia.
Primero, ¿qué es neuromarketing?
El neuromarketing es super amplio e interesante, y vamos a tocar el tema por partes. Por ahora vamos a lo más básico. Es el uso de técnicas y conocimientos en neurociencia y psicología para medir, prever y dirigir las respuestas de las personas ante ciertos estímulos y usarlas en mercadeo.
Así entonces se utilizan por ejemplo el Eyetracking (para seguir hacia dónde se dirige la mirada de la persona en un anuncio o en un website), encefalografía (para medir qué áreas del cerebro se iluminan ante un estímulo), medir el ritmo cardíaco (para ver cómo se te sale el corazón al ver el nuevo PS5) entre muchas otras.
Para qué nos sirve
Precisamente para prever cómo vas a reaccionar ante un color, un olor, una canción. Y así reducir la incertidumbre y darte los estímulos adecuados para que hagás la acción que buscamos.
Bueno, acá le daré un punto a mi directora de carrera. Técnicamente, esto no es manipular, ya que eso sería como si el Profesor X usara sus poderes mutantes para convertirte en una especie de zombie sin voluntad; y eso los mercadólogos no podemos hacerlo…aún. Veamos algunos ejemplos de neuromarketing diarios.
3 Ejemplos de neuromarketing en tu día a día
A diario estás recibiendo estímulos, de los más obvios a los más sutiles, sin excepción. En la TV, en tu navegador de internet, tu celular, en el supermercado. Y creeme, que aunque sepas que estás siendo bombardeado por ellos, al final de cuentas no importa, porque estos están diseñados para llegar a sectores de tu mente conectados a emociones primarias, esenciales, primitivas como tu cerebro reptiliano. Por eso el primer ejemplo es de mis favoritos, porque va al sentido más primigenio de tu cuerpo: el olfato.
El olor de Mcdonalds:
Admitilo, has puesto un pie en el restaurante y te recibe esa mezcla de aromas que no lográs identificar al 100%. ¿Serán las papitas? ¿la torta al fuego?…bueno, en realidad es un aromatizante diseñado en laboratorio. Por eso todos los restaurantes huelen igual. Lo genial de los olores es que están tan ligados a nuestras emociones que apuesto que de sólo recordar cierto perfume llega a tu mente esa persona que te gusta y de inmediato tu cerebro segrega sabrosas dopaminas.
Esto definitivamente no se reduce a esta famosa cadena y no sólo en el sector de alimentos. Lo que me lleva al siguiente ejemplo:
Olor a carro nuevo:
¡Ah! Este es un clásico. El olor del carro nuevo es inconfundible. Ligado a ese feeling de autosatisfacción de salir de la agencia sintiéndote mejor con vos mismo. Y tampoco tiene mucho que ver con que el auto sea nuevo; es sólo otra fragancia hecha en laboratorio y puesta en lugares estratégicos del carro como en el aire acondicionado. Al final de cuentas, aunque haya pasado más de 1 año y tu carro recibió su buena dosis de maltrato, si de pronto te llega ese aroma, sentirás que tu auto aún está nuevecito. ¡Ahhh las mentiras!
Precio ancla comparativo:
Digamos que vas a tu establecimiento favorito de café con sobreprecio. Ves sólo 2 vasos: pequeño y muy grande. Supongamos que el pequeño vale 800 y el muy grande 2800. De inmediato el más grande se ve absurdamente caro, posiblemente no vas a gastar en ese robo. Entonces agreguemos un vaso mediano de 2500 a la ecuación. Es suficientemente más caro que el pequeño, para que por su tamaño mediano no se justifique ese precio, pero su función no es esa, sino hacer ver más atractivo al vaso gigante de 2800, porque al final de cuentas, por sólo 300 más obtendrás casi el doble de producto que el mediano…la intención nunca fue hacerte comprar el vaso del medio…este es el precio ancla comparativo. Esto pasa mucho con las palomitas y refrescos en el cine.
Estos tres ejemplos de neuromarketing quedan como aperitivo, la próxima semana veremos otros más. Nos vemos acá.
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