La semana pasada te mostré 3 ejemplos de neuromarketing en tu día a día. Hoy veremos más ejemplos de neuromarketing aplicado a tu vida. También vimos cómo usando la psicología y neurociencia se crean estrategias y tácticas de mercadeo para estimular diferentes acciones en las personas.
Un dato interesante:
Cuando hablamos que el neuromarketing estudia el cerebro humano, realmente lo dividimos en 3 cerebros diferentes.
El sistema límbico: A este le llaman también el cerebro emocional, porque está entre sus funciones hacer malabares con nuestras emociones, así como con la memoria y el aprendizaje.
Luego tenemos al Cerebro Reptiliano: Este es el más instintivo, crudo. Se enfoca más en las necesidades básicas como la alimentación, sirve de apoyo al cerebro “principal” ejecutando acciones más automáticas.
Cerebro principal o Corteza Cerebral: Este es tu procesador principal. Acá se manejan las operaciones más complicadas y procesos psicológicos complejos. Este es el que se apaga cuando te enamorás.
Muy bien, veamos cómo otros ejemplos de neuromarketing aplicado hacen loco con estos 3 cerebros.
Más ejemplos de neuromarketing aplicado a tu vida
Cortina de aire en Pricemart:
Este es uno de los ejemplos de neuromarketing aplicado más sutiles. Definitivamente lo has sentido, esa corriente de aire a la pura entrada de Pricemart (o de varias otras tiendas o supermercados). La idea detrás de esto es la de preparar a tu cerebro a que entre en “modo compra”. Inconscientemente al pasar por esta puerta invisible, tu mente cambia, entra a un mundo diferente del que venías, un mundo hecho para gastar. Muy cool. Y ahora que menciono a Pricemart, hablemos de los carritos.
Carrito de supermercado:
Estos condenados carritos siempre están trucados. Puede que sea el tamaño; en el caso de Pricemart le podés poner una pantalla de 48 pulgadas y aun así se ve vacío; y esa es la idea, sentir esa necesidad de llenarlo. Luego están las ruedas. Siempre parece que están dañadas; si no es que se mueven más lento (precisamente para que durés más en el super), es entonces que se mueven a lo loco (usualmente empujándote a los estantes). Todo está fríamente calculado.
Los productos más esenciales están al final de los supermercados:
Esta es bastante obvia. Te hacen recorrer un camino más largo para llegar a la carne o la leche para que te des un paseo y echés en el carrito todo eso que no sabías que necesitabas. Lo mismo sucede con…
La Posición de los productos en los estantes:
Hay toda una ciencia detrás de esto y una serie de protocolos y acuerdos para definir qué productos van a estar en la zona preferencial, la cual está a la altura de los ojos. También usualmente ahí están los más caros, que le dan el mejor margen de ganancia al supermercado, etc. Así que usualmente para conseguir los más baratos debés ponerte de rodillas implorándole al dios del neuromarketing por clemencia.
Desordenar la ropa con descuento:
Esta es una táctica clásica en muchas tiendas de ropa. Hay una pila de ropa que te empuja a zambullirte para conseguir la mejor oferta. Al parecer, psicológicamente, cuando la ves así desordenada te da la impresión de estar realmente barata…aunque no sea así. Porque el precio, como las manos del mago está también diseñado para engañarte.
Música:
Muy bien, ataquemos ahora al sentido auditivo. La estrategia musical tiene que ver muchísimo con el tipo de clientela y el objetivo de la tienda. La música tiene efectos mágicos en nuestras emociones y conductas. Puede que una música suave y lenta haga que durés más en la tienda, tomándote todo tu tiempo para comprar; o una música más activa te vuelva más impulsivo y echés en la canasta todo eso que sentís que te merecés, porque sólo se vive una vez. Con este elemento tiene mucho que ver el nivel socioeconómico, edad, sexo, educación, etc.
¡Sigue la luz! Iluminación en las tiendas:
Esta variable es definitivamente una carrera en sí misma. Una luz acogedora en una tienda de muebles te hace imaginar cómo se verá tu futura sala con esos caros sillones de cuero de camello. La luz en los vestidores juega muchísmo en hacerte ver cool con ese poncho que acabas de probarte, aunque bajo el sol parezcas una tortilla recalentada. De igual forma, como hace el mago, las diferentes lámparas dirigen tu mirada hacia dónde queremos que veas, deslumbrándote como venado en autopista frente a esa sobrevalorada jacket de imitación de cuero blanca (¡prometo nunca en la vida volver a comprar una así!).
Espero que ahora que vayas a una tienda, estrenes carro o comas en cualquier cadena de comida veas esos pequeños detalles que hacen de tu compra todo un juego de neuromarketing aplicado.
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