Nuevo logo de la Sele, nuevas quejas. Nuevo uniforme, más quejas. Lo que no es nuevo son las protestas de aficionados y de los expertos en diseño frente al menor cambio. Nunca falla, las redes sociales arden más que adolescente enamorado apenas se anuncia algo nuevo con el “equipo de todos”. Pero, ¿por qué sucede eso? Veámoslo en detalle.
Siempre ha pasado
Cada vez que se presenta un uniforme, encontramos las mismas reacciones: “Lo odio”, “El de otras selecciones es mejor”, “ojalá nos patrocinara Adidas”,
Recuerdo cuando vi el mundial del 90, en ese entonces era muy chico y tampoco entendía nada de fútbol. Sólo sabía que era algo grande. Recuerdo las quejas de mi papá el día del partido contra Suecia, porque la selección salió al campo con un uniforme de rayas blancas y negras, que nada tenía que ver con nuestro orgullo tricolor. Y mi papá no era el único, a muchos aficionados les molestó ese uniforme monocromático (sin importar el tema estratégico de usarla en Turín donde juega el equipo blanco y negro de la Juventus). Y sin embargo, luego de ganarles a los suecos, esa camiseta se convirtió en legendaria, en sinónimo de triunfo y gloria. Y aún hoy se utiliza como nuestro uniforme secundario.
El logo es el rostro
El logo de la sele ha cambiado muchas veces desde 1921. Y bueno, cada uno ha reflejado el zeigeist del momento, valga la redundancia. Esto está lejos de ser ideal en una marca, porque demuestra que no ha sido atemporal.
Ahora no es diferente. Las cabezas de la Federación consideraron necesario un rebranding. Y lo decidieron en un momento en el que el equipo no pasa su mejor momento, lo cual es un punto clave.
En sí el logo cumple con todos los requisitos esenciales: Es simple, adaptable, redimensionable, atemporal, distintivo y posee un significado simbólico. En otras palabras: ¡funciona! y posiblemente mucho mejor que el anterior que ya vimos no pasó la prueba del tiempo.
Entonces, si el logo es funcional, ¿de donde vienen las reacciones tan viscerales?
El tema es la identidad y pertenencia.
La Sele definitivamente tiene un peso enorme en la conciencia colectiva del Tico. No tenemos ejército, así que nuestros guerreros son los deportistas, y entre todos, la selección de fútbol posee un aura sagrada como los soldados del 56.
Y es que nuestra identidad y simbología nacional se ha construído a los porrazos mientras nos inundan estímulos externos sumamente poderosos: de Mexico, Europa, Japón o Estados Unidos (no por nada el Pura Vida es una apropiación nuestra de una frase de una película mexicana).
Desde este punto de vista, y como todo en marketing, ponemos una inversión emocional en todo lo que nos gusta y sobre la selección de fútbol es enorme.
Un jersey, junto al logo de la sele, son elementos que nos representan no sólo entre nosotros, sino ante el mundo. El mundial es una gala, y así como en los premios Oscar, debemos vestirnos con trajes de diseñador. Y más allá, como aficionados vestimos la misma piel que nos une como nación. Así pues, con toda la subjetividad, un uniforme “feo” y un logo “horrendo”, son razón de vergüenza patria. Casi al mismo nivel de poner a Bob Esponja en el escudo nacional.
ENTONCES, ¿CUÁNDO LE GUSTARÁ EL UNIFORME Y LOGO DE LA SELE A LA GENTE ?
La respuesta es simple: Con el triunfo.
La camiseta de rayas marca Lotto en Italia 90, o el uniforme blanco New Balance de Brasil 2014 son legendarios; el diseño fue súper criticado en su momento; pero hoy se asocian con la victoria, la gloria y la celebración sin límites. Están unidos a toda nuestra experiencia, a nuestras emociones, risas, ansiedad, borracheras y euforia de esos veranos de mundial.
Con el logo de la sele pasará lo mismo. El amor y odio existirán o no según las victorias y desventuras de la selección. Y en el entretiempo, los ticos seremos fieles a nuestra identidad en construcción y criticaremos a lo bestia hasta que los goles nos hagan olvidar tanta quejadera.